En los días que corren y debido a múltiples factores (demasiado estrés, poco tiempo, muchos pacientes) nos olvidamos que estamos viendo personas. Personas con nombre y apellido, personas con una historia detrás y unas ansiedades presentes. Personas que acuden para ver una cara familiar y amable, alguien que les comprenda y les ayude.
No quiero justificar la deshumanización existente en nuestro sistema de salud pero, a veces, también es difícil para nosotros, los que estamos sentados del otro lado del escritorio. Queremos ayudar pero no tenemos herramientas, queremos atender pero no nos dan el tiempo necesario, queremos ser soporte pero nadie nos sostiene. Es un mal de todos sufridos por todos sea médico o paciente.
¡Qué importante es recordar el nombre para no olvidar que no estamos frente a un número o una máquina!
Hoy en la consulta alguien se acordó del mío y no puedo explicarles la dicha que me produjo que alguien recordase mi nombre. Es como si eso marcara la existencia, como si se reconociera al ser humano que se tiene enfrente. Es muy agradable por lo que, si la memoria me lo permite, llamaré siempre a mis pacientes por su nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario